Por Maritza Gómez.
La mayoría de las personas, hoy por hoy, presume más de la cuenta de sus capacidades, todo mundo cree saber de todo un poco. Gracias a Dios, no he caído en esa trampa, supe ver a tiempo el peligro que entrañaba esa tendencia, "tengo una computadora, entonces, sé de todo". En mi caso, me place reconocer que ese dos porciento que tengo de cultura general, me lo ha proporcionado más bien la lectura, y no tanto mis estudios universitarios, aparte de que sólo hablo de conocimientos de historia, de literatura y lenguas en general, las ciencias exactas y otras especies jamás han sido mi fuerte. Sin embargo, cuando incluso empecé a tener dudas de si fue Calígula quien le prendió fuego a la ciudad de Roma, y Nerón quien nombrara senador a su caballo... o si Luis de Góngora perteneció a la Generación del 27, o sólo fuera el leiv motiv de un homenaje a él dedicado lo que le diera vida a este grupo de literatos españoles de alto octanage...me preocupé: novio alemán a la vista, el mismísimo Mr. Alzhaimer, haciéndome la corte.
Y a propósito de lectura, hace unos días mi hermano me sugirió leer un artículo bastante interesante, en el cual la tesis principal era que, en este mundo en caos, materialista y falto de valores, la lectura podría hacer la diferencia, sobre todo en aquellos jóvenes privilegiados que asisten a las universidades y tienen un mayor intelecto. La escritora supone que, si estos chicos se entregaban a la buena lectura podría renacer en ellos el deseo de cambiar el estado de las cosas, volverse revolucionarios, tribuna del descontento, un renacer de las conciencias dormidas, y, en consecuencia, un estallido de acciones diversas, todas ellas destinadas a hacer de este mundo un lugar mucho mejor. Le dije a mi hermano que la tesis de la escritora aunque buena, era muy simplista e ingenua, empezando porque raramente ves a un joven, universitario o no, que esté leyendo algún libro. Por doquier deambulan las persona como zoombies, celulares en mano, conectados a la irrealidad fría de esos trebejos de alta tecnología, sin prestar atenció a nada que no sea el opio tecnológico que nos tiene enganchados, como cualquier otra droga (he conocido jóvenes con un título universitario que no saben qué fue la Segunda Guerra Mundial, ni qué rayos pasó en Hiroshima, en Nagasaki o Chernobil, accidentes nucleares todos que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad).Y, en segundo lugar la falta de interés total de todo lo que no sea YO que, revestido de diversas formas, narcisistas todas, impiden a esta humanidad caída concentrarse en otra cosa que no sea yo, después yo, y siempre yo.
Y, a pesar de que en épocas doradas ya pasadas, cuando no teníamos los adelantos tecnológicos de que hoy disponemos, la gran mayoría de las personas leía mucho, y, ciertamente, más de un cambio en el status de las cosas partía de esos jóvenes de palabra encendida y gran intelecto, tampoco se logró mucho, y sólo para citar algunos ejemplos tenemos a mano las revoluciónes en distintas partes del mundo, concebidas, dirigidas y hechas realidad, en la mayoría de los casos, por estos jovenes talentosos que, con el tiempo devinieron en tiranos, en verdugos del pueblo que juraron defender.Y para muestra, algunos botores: Maximilien Robespierre, uno de los más notorios líderes de la revolución francesa, abogado, escritor, orador y político (buen lector, por supuesto ), en cuanto tomó el poder se volvió un autócrata, liderando la denominada época o reino del terror, cometiendo cualquier tipo de atrocidades, juzgando, masacrando y guillotinando a todo el que se le opusiera. Y uno de lo ejemplos más recientes, Fidel Castro, abogado, escritor, lector, del cual no voy a decir mucho porque sería ya como redundar, aparte de que muchas personas saben qué puntos calza el malandrín. Y, no obstante eso, aún tiene engañada a media humanidad, a pesar de que no es más que un vejete escuálido, de ojos perdidos.
Nada está en nuestras manos, el sistema ideal no existe en la tierra, algunos son mejores y otros peores, pero ideal, ninguno. No es tan simple la "vaina", como dirían mis amigos de Dominicana. Particularmente creo que venimos a este mundo a aprender, a crecer, a madurar, nada está en nuestras manos, ninguna de las filosofías orientales, de autoayuda y otras especies nos ha entregado la solución. Porque no la hay, no existen el término definitivo, el mundo ideal, la justicia humana y otras paparruchas que nos empeñamos en defender. Existen, sí, los buenos momentos, el inapreciable tesoro que es la familia, el regusto que te queda luego de realizar algunas buenas acciones, los pequeños detalles de la vida que te proporcionan alegría, a pesar de su sencillez, la poesía, la amistad, el amor, un día de playa, llevar ayuda a los tantísimos necesitados de este mundo, perdonar , pedir perdón, tratar con especial cariño y respeto a los pobres y marginados, defender lo que consideras justo, aunque eso te implique críticas destructivas...En fin, y repito, muy en mi opinión, sólo Dios tiene la útima palabra en todo, es el único capaz de cambiar el curso de la historia, los destinos de nosotros, los hombres, y de todo lo que se mueve y respira en este vasto universo...Y que me digan fanática, sí, sí que lo soy, una gran FANATICA, fanática de mi Señor Jesús,el Cristo, de su filosofía, de sus acciones, de sus lecciones,de su perdón, de su amor, de su muerte y resurrección, fanática y a muchísima honra.Y más le vale al Alzhaimer recordarlo, para que todo vaya bien entre nosotros.