miércoles, 12 de agosto de 2015

Ciprés

A la ciudad le ha crecido un  ciprés
de la mañana a la noche, y sin previo aviso,
como augurio o presagio de revés

se ha enseñoreado garboso e impreciso,
a los pies de un cielo sin estrellas,
libre de culpas y de compromisos

ha esparcido sus lágrimas y  huellas,
de lado a lado con fuerza de un tifón
dejando para luego las querellas

no ha querido pasar por descortés
tampoco quiere parecer indeciso,
ni llamar la atención ni el interés

llegará así la hora y el después,
cuando a la vera de la noche aquella
estalle su naturaleza de insumiso

sin pararse a pensar lo que atropella,
con el brío de un tigre o de un león,
arrancará de la faz de la luna bella

todo el dolor alojado en su arnés,
la pena que ruge, como amor indiviso,
en cada momento, dondequiera que esté,
 su  muerte que no es muerte, allá,  en el paraíso.






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