Alguien aceptó ponerse en la mira,
se desgranó en estímulos, en sensaciones,
y perfiló los nubarrones que se cernían,
los pinchó con un dedo de espinas,
y vertió sobre todos, víctimas y victimarios,
de un golpe, y sin pensarlo, su líquido desenfreno.
Otro, se sintió herido, en su lecho de algas,
profundizó en un todo, el espanto de muchos,
las secuencias, los tiempos, los errores y mitos,
formando con las nubes, preñadas de su angustia,
un arsenal de estrellas, de ilusiones y esperas...
Ese fue el que hizo, de la compasión su vida
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