sábado, 13 de julio de 2013

Fin de la nostalgia

Llegó la hora
del olvido.
Atrás quedaron
las suspicacias,
las dudas,
los desacuerdos,
la melancolía,
el enfrentamiento,
el desánimo,
la incomprensión,
y ese dolor tan fiero
en lugares imprecisos.

Llegó la hora de la paz.
Hemos dejado atrás
las mentiras,
los besos desabridos,
el sexo sin amor,
el ofuscamiento,
los reclamos, la sordidez
el hogar sin calor,
y el llanto que impedía
que empañaba
y  trastornaba
la resolución final.

Ha llegado el adiós,
con él, la certeza
de final absoluto
escabroso, sí,
pero imprescindible.
El amor que muere
por decreto, por acuerdo
perdura en cada sombra
y en cada manifiesto,
en las palabras, en los gestos,
en los recuerdos que estallan.


se vuelve cera y ambrosía
 que embalsama, que deleita
que pervive y reconstruye
los corazones rotos.
El fin de la nostalgia
es una amnistía que no se
esperaba, que sorprende y
alegra, que prepara el terreno
para otros sentimientos, otras
oportunidades que anulan
cualquier escollo que impida
el amor.

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