miércoles, 31 de julio de 2013

Coliseo romano

En sus concavidades
hay heridas,
la han quebrado mucho,
la han vituperado,
ensuciado y denigrado.
es consciente de dolores,
de reconocerse inerme,
de la gangrena del olvido,
del menosprecio,
de las vejaciones,
la inutilidad de los vicios,
de las ambiciones;
glotonería de un tiempo
sin futuro,
 zarpa de  fieras
listas,  que
 desconocen la ternura,
fieras
de instinto básico,
llenas de costras, de
sangre, de miedos,
de pelaje ajeno  y
destrucción.
Ella, que lo sabe todo,
 es maternidad pujante,
no puede olvidar
el amor. Su savia
aún lucha por despejar
el cielo, es un ave Fénix,
dolor y fuerza
se dan cita en su
calvario de siglos.
La Madre Tierra,
esa guerrera de hierro,
aún no claudica

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