miércoles, 23 de enero de 2013

CHANTAJE EMOCIONAL

Ya he comentado que me encanta la serie española "Aqui no hay quien viva" Todos los que la han disfrutado coinciden conmigo en que es genial. Yo aún suelo repetir capítulo tras capítulo, temporada tras temporada, porque no me resigno a la idea de que se acabó. La serie, entre otras cosas, ha enriquecido mi lenguaje con todas esas frases hechas, interjeciones, recursos linguísticos propios del decir de los hermanos de ultramar (que me encantan, dicho sea de paso) y que ya suelo ir utilizando en alguna que otra conversación privada. Pero el verdadero encanto del programa radica en la genialidad con que ha sabido combinar hilaridad y cotidianidad, humor y realismo en un mismo decir y hacer. A la par que momento refrescante es oportunidad de reflexión acerca de lo complejo que resulta el ser humano común, y el encanto que proviene de este intríngulis.Un ejemplo concreto de lo que digo es cuando Bea,  la lesbiana unida sentimentalmente a Ana le pide a esta que abandone una oportunidad laboral que está erosionando su relación porque, según ella, el amor no admite condiciones; y Ana, ni corta ni perezosa la cuestiona acerca de por qué, si el amor es realmente incondicional  Bea le está imponiendo una condición para seguir juntas.??????????
Somos un ejemplo tan claro de "la negación de la negación" que nuestra propia vida no es más que otra comedia en la que se mezclan seriedad y responsabilidad con disparate y humor. Es cierto que es mucho más fácil decir que voy a hacer algo, que hacerlo, quién no ha pasado por esta encrucijada? Estamos llenos de buenas intenciones y de malas obras, somos complejos y sutiles, arquitectos y destructores de nuestros días. Es por eso que aunque le reconocemos el derecho a los demás a vivir su propia vida, intentamos todo el tiempo manipularlos para que vivan la nuestra, a nuestro estilo y/o capricho. Nos la pasamos repitiendo que nuestro derecho termina donde empieza el del otro, pero es de palabrita nomás, porque en un gran porciento de casos la realidad indica que aquellas personas que nos parecían geniales, talentosas, increíbles y otras lindezas por el estilo, ya no lo son tanto cuando nos contrarían, cuando no quieren actuar cómo pretendemos que actúen, cuando no se dejan manipular...No queremos a nuestro alrededor seres humanos  con personalidad y criterio propios, queremos títeres que estén a nuestra disposición, que lo acaten todo...
Y ante la posibilidad de que las personas no quieran hacer nuestra voluntad por las malas, acudimos las más de las veces al chantaje emocional haciéndolas sentir y creer que son malas, esquivas, frías, sin sentimientos, hipócritas, egoístas...por el solo delito de no haber hecho nuestra voluntad, a sabiendas de que el amor muchas veces se deja engañar,anular, desconcertar, y ante la posibilidad de que se le ponga en duda va a reaccionar haciendo exactamente lo que el chantajista emocional quiere que hagamos, es decir, su voluntad.Ojo, hermano, mucho ojo con estos pequeños delincuentes manipuladores...Amor es sinónimo de libertad, quién quiera privarte de ésta no te ama realmente, padece de una forma equivocada de ternura, es un egoísta que sólo ve por su propia satisfacción. Remedando la frase de alguien a quien quiero mucho, vinimos a este mundo a ser felices, pero la felicidad de unos, no puede menoscabar la de los otros, no le asiste a nadie derecho alguno a querer construir su supuesto bienestar sobre las cabezas sin asidero de los títeres en que pretende convertir a los demás. El que tal quisiere está muyyyyyy equivocado, no entiendo que la única y verdadera alegría está en dar, nunca en recibir, y, por lo tanto, hay que hacerle entender, lo más dulcemente que se pueda, que también los demás vinimos a ser felices, que no puede construir base alguna sobre la laguna sin fondo del chantaje emocional

jueves, 17 de enero de 2013

El perdón

Por Maritza Gómez Cruz

Se ha convertido en uno de los argumentos más utilizados por las buena y las malas novelas de los últimos tiempos. Y digo últimos tiempos porque en épocas anteriores casi todo el mundo daba por sentado su poder curativo, su absoluta necesidad. Sin embargo, con el avance de la ciencia, la técnica y la falta de verguenza se convirtió en acto risible, propio de  temeros@s, de perdedores, de gente sin criterio. Hablo del perdón, de pedir perdón por las malas acciones; y es  que el concepto "malas acciones" ha caído en desuso, ahora se le llama " ser hábil" "ser listo", casi nadie anda pensando en el daño que provoca, sólo en el beneficio que le reportan las susodichas. Pero he aquí que los negociantes del "bussines" literario-televisivo cayeron en la cuenta de cuantos dividendos podría reportarles traerlo a colación, y ahí tiene Ud. a la gente (entre la que me cuento) moqueando ante el moribundo que sólo espera que llegue la persona a la que dañó, de algún modo truculento y poco creíble casi siempre, para expirar después de haberle pedido perdón y escuchar la fórmula tácita: "te perdono, sí, te perdono!!" .
Sin embargo, el perdón es la base absoluta del amor,y el uno no puede existir sin el otro. Es lastimoso que lo hayamos banalizado u olvidado junto a otros muchos valores indispensables para una humanidad civilizada. Creer que nunca tendremos que pedir perdón es un error tan grande que termina por sumirnos en un no ser, en una costra de mentira que nos quita el aire.Nosotros, los hijos de Dios somos pecadores por naturaleza, y ese "don" se ha convertido en un abismo en la medida en que hemos echado fuera de nuestras vidas al Supremo Hacedor. Qué nos queda después de haber metido la pata? Sólo sacarla, y pedir perdón, más que por el bien de los demás por nuestro propio bien, por nuestra tranquilidad, por nuestra paz interior. El hombre enfrenta dos grandes peligros que lo hacen caer en la tentación de no excusarse con su prójimo. El primero de ellos es creerse inmune, por encima del bien y del mal. El segundo, la falsa humildad, con las que se autoinventa razones para igualmente creerse por encima del bien y del mal. Cuidado, hermano! Abre los ojos, respira realidad, autoanalízate, fíjate bien en aquellas actos que te están impidiendo el crecimiento espiritual; y siéntete tranquilo si después de ese exhaustivo análisis llegas a la conclusión de que eres un miserable pecador necesitado del consuelo, de la misericordia del perdón!..Ya allí comenzó tu proceso de salvación!!
No temas pedir perdón. El propio divino Señor, Nuestro Amado Jesús lo hizo primero por nosostros. El no dudó en pagar con su Sangre Gloriosa el rescate por nuestras malas acciones; por lo tanto, no puede, no debe darte verguenza alguna reconocer tus malas acciones y ponerlas a sus pies santos, en procura de misericordia. No debe darte verguenza alguna enfrentar a tu hermano, sí, a ese que ofendiste de cualquier modo para decirle que le fallaste, que lo utilizaste, que lo vendiste, que lo traicionaste...y que te arrepientes por el daño que le causaste. Sólo quién se crea por encima del bien y del mal no te perdonará, o lo hará, pero no olvidará. Pero ya ese no será tu pecado, esa será una cuenta pendiente entre el incapaz y su Divino Juez,que todo lo perdona, menos la ausencia de perdón. 

lunes, 14 de enero de 2013

Perdono, pero no olvido

Por Maritza Gómez Cruz.

No soy una persona rencorosa. Algunas acciones, cuando provienen de personas a las que quiero mucho me duelen tanto que casi, casi caigo en esa tendencia del odio; pero, invariablemente, el amor me rescata de semejante tontería, y termino por olvidar absolutamente todo. Una sola vez  me sentí tan apabullada, triste, desolada y consternada ante un hecho, que me costó mucho trabajo olvidar; y cuando finalmente llegó el momento del olvido, sentí un alivio tan fuerte en mis entrañas que  es imposible de describir. Nada más cierto que aquella frase que dice que el odio sólo te daña a ti mismo, y que el perdón es el elíxir reparador que sella las heridas causadas por el anterior. Desgraciadamente, la mayoría de los seres humanos insiste en las políticas del odio, y por eso anda este mundo como anda, víctima de la muerte, en todos los sentidos de la nefasta palabra.
Las víctimas del odio componen una variada gama de personajes y razones. Entre ellos, los más socorridos son los hijos abandonados o maltratados de cualquier manera por sus padres; los esposos o esposas que han pasado por el trance de la infidelidad o el abandono de sus cónyuges, o, en un caso cada vez más frecuente, el engaño de éstos con alguna intención sórdida.También las hay de hermanos, de amigos, de parientes, por muchos y muy variados motivos, que no le faltan al hombre pecados por descubrir, pues la Caja de Pandora se ha vaciado hasta no quedar en ella ni un mal pequeñito, que no le sea inherente a la humanidad en general. Abandono, infidelidad, abuso, chantaje, traición, engaño arrojan de sí celos, rencor, odio y muerte, el mal por el mal, en una carrera desenfrenada y sin límites...
Pero es bueno recordar que Cristo vino y murió en una horrenda cruz sólo para ganarnos el Perdón Eterno, a nosotros, que no movemos ni un dedo para cambiar el actual estado de las cosas.El propio Dios, hecho hombre descendió hasta nosotros para darnos una lección que aún no aprendemos, la del amor y el perdón. Y si bien, Dios es pura misericordia, puro amor, puro perdón, también es cierto que será inflexible con aquellos que sigan inmersos en el rencor, con aquellos que maquinen formas abominables de destrucción como forma de venganza ante las ofensas recibidas. La política de "perdono, pero no olvido" no es válida a los pies de la Cruz, antes bien, aquellos que aparentaron perdonar, y a la primera esgrimen sus argumentos de odio como armas destructoras contra su semejante tendrán que escuchar el trueno que les recuerda: "Caín, que has hecho con tu hermano?" Y como el personaje bíblico, tendrán que ocultar la mirada, demasiado tarde para volver atrás; y "allí será el lloro y el crujir de dientes" porque sus corazones mezquinos no fueron capaces de abrazar la salvación que, en forma de perdón para con sus semejantes, le extendiera el propio Creador, que no dudó en dar su propia vida como ejemplo de lo que debemos hacer.

domingo, 13 de enero de 2013

Autor: maritza Gómez Cruz.

 Angustia.

Autor: Maritza Gómez Cruz.

Sálvame de la angustia,
de la pasión y la furia,
del peligro volcánico
de un amor que repara
y ultraja sin treguas...
Sálvame! Aún no se estrena
la aurora en mis ojos;
aún permanece intacta mi alma...
sólo tengo fuerzas, sólo siento
calma si al volver la vista
veo tu mirada...
sálvame de tus ojos sin fondo,
 de tus manos sin mancha,
aunque sea por pena, satúrame
de tu calma
Sálvame!! Aún puedes decirme
que no eres el mar; yo no...no podría
ya estoy enterrada del todo
en tu mirada!

sábado, 12 de enero de 2013

Autor: Maritza Gómez Divagaciones II


                  I
Cuando la noche se haya ido,
lavaré las trenzas de las estrellas
y meceré el sueño de la Luna.
Después, reclinaré mi cuerpo,
urgido de caricias, bajo el sol de mediodía:
lentamente, se irán las horas entre la hierba
que huele a día, a vida, a corazón a galope,
 a placeres de medianoche, a tormenta y pasión.
Luego, me sentaré, en una espera sin prisas,
 de siglos, a la vera de tus caprichos todos.


                  II
Porque te amo, he decidido
callar mi lengua, cerrar mis ojos,
tapar mis oídos y sellar mis labios,
sí, porque te amo, mis montes y
mis veredas no se negocian; y el rocío
que empapa de alivio mi cordura
se pierde en el frío, amenaza nieve,
pero no se entrega.
Porque te amo estoy viviendo mi vida
más allá de la muerte, y estoy
muriendo siempre, aunque siga viva.

                III
Que no me mereces, es un hecho.
No se consigue lo que no se conquista,
ni se obtiene lo que no se merece.
Han caducado todos los momentos,
toda diplomacia, cualquier amnistía
de mis quimeras de perdularia.
He perecido llena de sollozos,
rota de tu engaño, macerada
en tu olvido, pero victoriosa.
Total, no me merecías, ni me mereces,
sigue tu camino, despoblado de alianzas,
yo sigo de pie, buscando las mías,

miércoles, 9 de enero de 2013

Mi madre me contó más de una vez una lamentable historia de sus años mozos. Yo nunca la interrumpía con el clásico "ya me lo contaste", sino que con cada narración descubria nuevos detalles que  ponían a estallar  mi corazón de tristeza. Se trataba de una vecina de ella, creo que se llamaba Carmen, que se casó un poco mayor y tuvo un solo hijo producto de este matrimonio. Me decía mi madre que no había conocido niño más consentido que aquel, la madre, que chorreaba babas por su tardío retoño, le permitía cualquier cosa. Los vecinos comentaban con disgusto la falta de disciplina, de educación del niño, el cual empezaba por sopapear a la madre, y terminaba por hacerlo con todo el que osara llamarle la atención. Así las cosas, cuando la criatura alcanzó los once años de edad, enfermó repentinamente de poliomielitis (que entonces no tenía cura) y murió. Las palabras no le alcanzaban a mi madre para describir el dolor terrible de la madre, pero yo adivinaba en sus ojos, que se ponían sombríos, oscuros y acuosos toda la magnitud de la tragedia. Me contaba ella que la señora le decía que si viera venir a la muerte por el camino, correría a alcanzarla.Dejó de vestirse, de arreglarse, de comer, se enfermó de la ausencia del hijo idolatrado, y un  día la encontraron muerta sobre la cama, con un tabaco en la boca. Nadie supo el dictámen del médico (corrían tiempos difíciles para las personas del campo), pero todos supieron que se había abrazado a la parca, en su afán por partir a donde había marchado el vástago amadísimo.
Es que no hay palabras que puedan definir la grandeza del amor de una madre. Cualquier concepto, por amplio que sea, palidece ante la realidad. Nuestros hijos son el mayor tesoro que alguna vez pudo darnos Nuestro Padre y Creador, son nuestra alegría, nuestra realización, nuestra esperanza, nuestro sueño, la luz que alumbra en medio de la noche de nuestras angustias, nuestra más hermosa perspectiva en un mundo complejo y lleno de retos; son "nuestro ombligo del mundo..." Con la aparición de los hijos se extiende ante nosostros un problema de difícil solución: sabemos que tenemos que prepararlos para la vida, que tenemos que educarlos para el mundo, que sólo serán nuestros por un tiempo y, por ende, no podemos dejarnos llevar por la ternura y el amor sobrenaturales que nos inspiran, sino que tenemos que ser fuertes para poder llevar a buen término esa tarea de titanes que viniera adosada a la placenta en que le dimos el primer abrigo. Pero, cómo hacerlo sin que se desgarre el corazón que insiste en darles cualquier gusto, en malcriarlos, en endiosarlos y convertirlos en pequeños monstruos engreídos merecedores de este mundo y los que faltan por descubrir? Cómo poner orden a este caos de amor equivocado que hace de nuestros pequeños amados unos tiranos, los ombligos del mundo?
En eso consiste el reto. El amor equivocado y egoísta por nuestros hijos puede ser  causante de tragedias homéricas. En vez de criar personas honestas, disciplinadas, sencillas y llenas de valores que sean un ejemplo para la sociedad, criaremos seres totalmente disfuncionales, trastornados, enfermos de la burbuja de mentiras en que intentamos mantenerlos a salvo de todo supuesto mal, totalmente seguros de que son mejores que los demás, y que, por tanto, todo el mundo debe inclinar la cabeza a su paso y hacer su santa voluntad. Dioses de pacotilla, rotos, inservibles y antojadizos; muñecones de carnaval sin alma ni criterio propio. Si tan sólo entendemos que nuestro derecho termina donde empieza el del otro, que así como ellos son nuestros ombligos del mundo, otros lo son para otras personas, podremos educarlos para la vida, y no para nosotros. Sé que es difícil, una tarea harto escabrosa, pero en nombre de ese amor sin igual, podemos lograrlo.

martes, 8 de enero de 2013

A falta de pan, casabe (segunda parte)

Por Maritza Gómez Cruz.

Finalmente, se acabó Corazón Valiente. Los telespectadores que tuvimos el coraje de llegar al final, debiéramos tirar fuegos artificiales, hacer fiesta. Hoy estuve pensando que esta novela, lo primero malo que tiene es el título. Pudo haberse llamado "Los sobrevivientes" "Los resucitados" "Los inmortales" "Los ineptos", etc, etc.Me cansé de contar las veces que murieron y resucitaron sus multiplessssssssssss personajessssssssss; y cuando parecía que la capacidad de asombro no podría ser superada, zaz!!, ahí tenemos a la hija de la sicópata Fernanda Castillo, cuya dolencia proviene del hecho de haber perdido su único embarazo y la consecuente frustración que le provoca  el haber quedado estéril, vivita, coleando, asesina, suicida y con un gato idéntico al de su progenitora (por cierto, muy pintoresca la conversación entre ella y su madre acerca del sexo de ambos mininos, en medio de una balacera descomunal). Imperdibles los momentos en que descuartiza al padre, causante de todos los desaguisados de la novela, con una sierra, le saca el corazón y se lo come asado...Patético. Pero, particularmente, lo que más impresión me causó fue la ineptitud de estas guardaespaldas: ni una sola vez pudieron librarse de los malos, se pasaron toda la novela secuestradas, amordazadas, violadas...,el pusilánime del Willy, a quien más caso le hacía el perro que la esposa, el Juan Marcos con su papel de tonto y su malísima actuación; los amores entre Camilo y la beata devenida en chica play boy, que en los momentos de mayor peligro sólo atinaba a hablar de sexo. El cuerpo de policía merece mención especial, su papel era como el de los Tres Chiflados, sin ton ni son. Por otra parte, Colombia era como el traspatio de Los Angeles. Los gánsteres se la pasaban viajando y secuestrando personas desde LA a Colombia con la mayor impunidad, y, para no aburrir, este capítulo final que merece el premio al peor guión de la historia y que entraña dos peligros: el primero, que casi nos mata de asombro y tedio ante tamaña cursilería teatral, traída por los pelos. El segundo, que algunos elementos del mismo anuncian agua, es decir, una segunda parte...Atiza!! Al menos la sugerencia quedo en el aire... Creo que debemos desfilar ante los estudios de Telemundo con pancartas: "NO A LA SEGUNDA PARTE DE CORAZON VALIENTE, POR FAVOR!!!!!!!!!.
Como dije en mi anterior comentario, depende de nosotros, que somos los que le damos "raiting" a tamaña barbarie. Si nos dejamos llevar por la curiosidad, nos endilgan otro anacondón de igual factura. Solavaya!!!! Yo, por lo menos, ni muerta me pienso disparar "La patrona", que vienen anunciando, con bombos y platillos, desde varias semanas atrás. Prefiero leerme El Capital, de C. Marx, antes que caer en esta nueva trampa del bussines televisivo, y otro tanto le recomiendo a mis compañeros de martirio.

lunes, 7 de enero de 2013

Nuestro yo

Autor: Maritza Gómez Cruz.

Nuestro yo no sabe qué hacer...
Se ha enterado de que no es
 el ombligo del mundo,
el centro del universo
o la última cocacola del
desierto...

Está desolado: tendrá que
 compartir protagonismo,
ego maltrecho y  su fama
de filibustero
.
Las lágrimas ruedan
sobre su soberbia,
empapan su orgullo
y barren, de un plumazo
su gran tontería.

Hoy

Autor: Maritza Gómez Cruz.

Así, sin anuncios,
sin aviso previo,
de la nada,
se han soliviantado
los sueños,
las ilusiones,
los proyectos,
en su quimera
por reconquistar,
por arrebatarle su espacio
a la desesperanza.

Fin

Autor: Maritza Gómez Cruz

Se olvidaron del amor.
Se embarcaron, navegaron
y naufragaron
Y ya no supieron recomenzar,
se agostaron y calcificaron
enen islas de soledad,
de infidelidad y
desacuerdo.
Se quebraron, bajo
las manchas de un sol
de nieve que les traspasó
el alma.
 la tierra sin recursos
del olvido.

Enero

Autor: Maritza Gómez Cruz

En enero nace la esperanza.
No importan los sueños truncos,
las desesperanzas, los sinsabores,
las frustraciones, el miedo,
la desconfianza, la incertidumbre...
En enero, renace el amor.
No importa que, recién en diciembre,
hayamos muerto de tedio, de angustia,
de soledad o de pesadumbre...
En enero somos recién nacidos,
listos para vivir, una vez más,
la magia sin igual...

Memoria

Autor: Maritza Gómez Cruz

Aún perduran,
en su memoria de roble,
el momento, la magia,
los incestos; requiebros
de aquel guerrillero
de botas y luces
que en la aurora de rosas
robara, cual tránsfuga,
su aliento de virgen

domingo, 6 de enero de 2013

Frutos del subdesarrollo

Por Maritza Gómez Cruz.

Mientras vivía en República Dominicana viajé varias veces a Cuba con el objetivo de ver a mi familia, mi hija y nieta que aún vivían allá, y que posteriormente emigraron a USA, y mi madre, hermanas y sobrin@s, que aún sobreviven en el horror. Recuerdo que, por ser mis viajes frecuentes y porque nunca ha sido mi prioridad adquirir productos caros o de marca, solía llevarle a mi nietecita zapatitos y ropitas bien chulas, pero baratas, adquiridas en la Duarte (calle famosa por tener artículos bien bonitos pero "shippi"). De todos modos, mi nieta destacaba entre otros niños que no tenían igual suerte, y para mí era un paliativo el saber que lo que yo había comprado era de poca monta, aunque por la especial situación de mi isla, pasaran por chucherías de calidad. Otro tanto sucedía con mis accesorios, puro bañito de oro, baratitos, pero relucientes. Todo el mundo insistía en creer que eran de oro; pero no, para mi suerte nunca cai en "privar" de lo que no tenía. Quizás fuera porque no poseía mucho dinero, pero ahora me alegro de que haya sido así, esto me exonera a mis propios ojos de presunciones absurdas que, hoy por hoy, me avergonzarían.
Para las personas que han tenido la suerte de tener una chequera abultada en los bancos, quizás sea una necesidad el tener todo tipo de objetos costosos. A lo mejor es verdad que les escuecen la piel los articulos baratos, de mala calidad, a la postre nacieron en cuna de oro y eso puede hacer la diferencia para los humanos, claro, que para Dios todos nacemos, vivimos, sufrimos, gozamos, morimos y nos descomponemos de igual manera. Pero pase, como en el cuento del frijol debajo de 20 colchones...Lo que si no me cabe en el cacumen es que personas muy pobres, cubanos, haitianos, centroamericanos, africanos y otros, una vez que llegamos a este gran país nos creamos el cuento de las "marcas" y ya no podamos vivir sin ellas. Reconozco que los tales me revuelven un poco el estómago, y perdonando la vulgaridad cabe la siguiente muy cubana frase: "cuánta comemierdería, caballero..."
Presumir de lo que no se es, de lo que no se tiene es una soberana estupidez. Es harto sabido que un gran porciento de personas que ostentan riquezas, lo deben todo, hasta el aire que respiran. Me han comentado que muchas personas alquilan joyas de oro para ir de visita a sus países pobres y dejar a sus coterráneos con la boca abierta: hasta ahí llega la idiotez humana. Ignoro qué placer sentirán al regresar a sus trabajos en factorías, limpiando pisos y haciendo todo tipo de faenas rudas, pero tal parece que el hecho de poder sobresalir, aunque sea por unos días, los hace felices. Bueno, de eso también se trata el libre albedrío, cada quien podrá escoger la forma en que quiere vivir, y si esta incluye engañarse a si mismos, que así sea, y que los disfruten hasta que la vida misma los coloque de cara a la verdadera realidad.



miércoles, 2 de enero de 2013

Don Dinero

"Poderoso caballero es don Dinero

Erase una vez una pareja que buscando una vida mejor emigró de su país, pero, con las primeras dificultades, quiso regresar a éste, sólo para darse cuenta, una vez estuvieron de vuelta en su terruño, que debían salir a escape de nuevo, porque los problemas en el lugar de origen antes que disminuir, se habían acrecentado, Así las cosas, al llegar de nuevo a la tierra que los acogió ya no recibieron la ayuda que habían obtenido antes. La mano pródiga en bienes que se extendiera en el pasado les dio un NO por respuesta y tuvieron que irse a "luchar la vida". Una parienta pobre que allí vivía trató de mostrarse todo lo amable que sus circunstancias se lo permitían, y les invitó, una y otra vez, a su casa, a algún sitio público, a una cervecita, recibiendo inveteradamente excusas despectivas. Ella pensó que los susodichos estarían molestos por la negativa del pariente pródigo, y que esta molestia la hacían extensiva a todos los demás familiares. Sin embargo, cuando el $eñor adinerado se avino a recibirles de nuevo en su casa salieron corriendo, como perritos falderos y sin recato, para la mansión donde había huesos más sustanciosos que roer..."Poderoso caballero es don Dinero"
Lamentablemente, casi todos nos inclinamos del lado del que puede dar más. Con los pobretes solemos mostrarnos distantes, fríos, despectivos, pero para aquellos a quienes la fortuna  ha sonreído en grande solemos reservar todo tipo de zalemas, de cariño y distinción. Casi todos tenemos esta tonta esperanza acerca de que esta persona, cuando se trata de un familiar, nos pueda nombrar su heredero, y por si las moscas, nos aguantamos y humillamos ante ellos para que no se desvíe de su propósito.La riqueza nos encandila, nos subyuga, nos oscurece el entendimiento, los ricos devienen en semidioses ante nuestra miradas bobaliconas: les reimos sus gracias, les aguantamos sus chistes malos, nos ponemos de alfombra ante ellos, le escuchamos con fruición , le hacemos creer que son la mar de inteligentes y les escuchamos aunque estemos aburridos como ostras.  Y como buenos lamebotas, les aplaudimos...
Sin embargo, no hay mayor placer que el que te reporta ir por la vida siendo genuino. Y genuino es el que trata a las personas por lo que son, y no por lo que tienen, el que ama al otro sin importar cuanto le pueda dar, sino porque el corazón así se lo dicta. En el mundo profesional esta cisma suele ser sinónimo de injusticia, deslealtad, contubernio, malicia. A menudo vemos cómo los mejores lugares los ocupan personas menos capaces, pero con más recursos pecuniarios. No se impone el talento sino la chequera del banco. Pero, podrá este actuar reportarnos  paz? No lo creo. Por más que el dinero (muy necesario a la hora de pagar biles) nos enturbie la conciencia y nos impela a obrar según su manual del mal, tiene que haber un Pepito Grillo que nos recrimine y nos haga sentir tanta verguenza por nuestras acciones,  que sólo con la correcta y justa toma de decisiones por nuestra parte nos permita sentirnos tan bien con nosostros mismos y los demás, que no haya dinero es este mundo capaz de darnos una alegría mayor.