Ya he comentado que me encanta la serie española "Aqui no hay quien viva" Todos los que la han disfrutado coinciden conmigo en que es genial. Yo aún suelo repetir capítulo tras capítulo, temporada tras temporada, porque no me resigno a la idea de que se acabó. La serie, entre otras cosas, ha enriquecido mi lenguaje con todas esas frases hechas, interjeciones, recursos linguísticos propios del decir de los hermanos de ultramar (que me encantan, dicho sea de paso) y que ya suelo ir utilizando en alguna que otra conversación privada. Pero el verdadero encanto del programa radica en la genialidad con que ha sabido combinar hilaridad y cotidianidad, humor y realismo en un mismo decir y hacer. A la par que momento refrescante es oportunidad de reflexión acerca de lo complejo que resulta el ser humano común, y el encanto que proviene de este intríngulis.Un ejemplo concreto de lo que digo es cuando Bea, la lesbiana unida sentimentalmente a Ana le pide a esta que abandone una oportunidad laboral que está erosionando su relación porque, según ella, el amor no admite condiciones; y Ana, ni corta ni perezosa la cuestiona acerca de por qué, si el amor es realmente incondicional Bea le está imponiendo una condición para seguir juntas.??????????
Somos un ejemplo tan claro de "la negación de la negación" que nuestra propia vida no es más que otra comedia en la que se mezclan seriedad y responsabilidad con disparate y humor. Es cierto que es mucho más fácil decir que voy a hacer algo, que hacerlo, quién no ha pasado por esta encrucijada? Estamos llenos de buenas intenciones y de malas obras, somos complejos y sutiles, arquitectos y destructores de nuestros días. Es por eso que aunque le reconocemos el derecho a los demás a vivir su propia vida, intentamos todo el tiempo manipularlos para que vivan la nuestra, a nuestro estilo y/o capricho. Nos la pasamos repitiendo que nuestro derecho termina donde empieza el del otro, pero es de palabrita nomás, porque en un gran porciento de casos la realidad indica que aquellas personas que nos parecían geniales, talentosas, increíbles y otras lindezas por el estilo, ya no lo son tanto cuando nos contrarían, cuando no quieren actuar cómo pretendemos que actúen, cuando no se dejan manipular...No queremos a nuestro alrededor seres humanos con personalidad y criterio propios, queremos títeres que estén a nuestra disposición, que lo acaten todo...
Y ante la posibilidad de que las personas no quieran hacer nuestra voluntad por las malas, acudimos las más de las veces al chantaje emocional haciéndolas sentir y creer que son malas, esquivas, frías, sin sentimientos, hipócritas, egoístas...por el solo delito de no haber hecho nuestra voluntad, a sabiendas de que el amor muchas veces se deja engañar,anular, desconcertar, y ante la posibilidad de que se le ponga en duda va a reaccionar haciendo exactamente lo que el chantajista emocional quiere que hagamos, es decir, su voluntad.Ojo, hermano, mucho ojo con estos pequeños delincuentes manipuladores...Amor es sinónimo de libertad, quién quiera privarte de ésta no te ama realmente, padece de una forma equivocada de ternura, es un egoísta que sólo ve por su propia satisfacción. Remedando la frase de alguien a quien quiero mucho, vinimos a este mundo a ser felices, pero la felicidad de unos, no puede menoscabar la de los otros, no le asiste a nadie derecho alguno a querer construir su supuesto bienestar sobre las cabezas sin asidero de los títeres en que pretende convertir a los demás. El que tal quisiere está muyyyyyy equivocado, no entiendo que la única y verdadera alegría está en dar, nunca en recibir, y, por lo tanto, hay que hacerle entender, lo más dulcemente que se pueda, que también los demás vinimos a ser felices, que no puede construir base alguna sobre la laguna sin fondo del chantaje emocional
Somos un ejemplo tan claro de "la negación de la negación" que nuestra propia vida no es más que otra comedia en la que se mezclan seriedad y responsabilidad con disparate y humor. Es cierto que es mucho más fácil decir que voy a hacer algo, que hacerlo, quién no ha pasado por esta encrucijada? Estamos llenos de buenas intenciones y de malas obras, somos complejos y sutiles, arquitectos y destructores de nuestros días. Es por eso que aunque le reconocemos el derecho a los demás a vivir su propia vida, intentamos todo el tiempo manipularlos para que vivan la nuestra, a nuestro estilo y/o capricho. Nos la pasamos repitiendo que nuestro derecho termina donde empieza el del otro, pero es de palabrita nomás, porque en un gran porciento de casos la realidad indica que aquellas personas que nos parecían geniales, talentosas, increíbles y otras lindezas por el estilo, ya no lo son tanto cuando nos contrarían, cuando no quieren actuar cómo pretendemos que actúen, cuando no se dejan manipular...No queremos a nuestro alrededor seres humanos con personalidad y criterio propios, queremos títeres que estén a nuestra disposición, que lo acaten todo...
Y ante la posibilidad de que las personas no quieran hacer nuestra voluntad por las malas, acudimos las más de las veces al chantaje emocional haciéndolas sentir y creer que son malas, esquivas, frías, sin sentimientos, hipócritas, egoístas...por el solo delito de no haber hecho nuestra voluntad, a sabiendas de que el amor muchas veces se deja engañar,anular, desconcertar, y ante la posibilidad de que se le ponga en duda va a reaccionar haciendo exactamente lo que el chantajista emocional quiere que hagamos, es decir, su voluntad.Ojo, hermano, mucho ojo con estos pequeños delincuentes manipuladores...Amor es sinónimo de libertad, quién quiera privarte de ésta no te ama realmente, padece de una forma equivocada de ternura, es un egoísta que sólo ve por su propia satisfacción. Remedando la frase de alguien a quien quiero mucho, vinimos a este mundo a ser felices, pero la felicidad de unos, no puede menoscabar la de los otros, no le asiste a nadie derecho alguno a querer construir su supuesto bienestar sobre las cabezas sin asidero de los títeres en que pretende convertir a los demás. El que tal quisiere está muyyyyyy equivocado, no entiendo que la única y verdadera alegría está en dar, nunca en recibir, y, por lo tanto, hay que hacerle entender, lo más dulcemente que se pueda, que también los demás vinimos a ser felices, que no puede construir base alguna sobre la laguna sin fondo del chantaje emocional