Enano y retorcido de mente creció Melquíades en las inmediaciones de un barrio indigente, repleto de chinches, suciedad, violencia y motivos de sobra para abandonar cualquier esperanza. De pequeño solía escabullirse al centro de la ciudad para observar las vitrinas repletas de cosas prohíbidas, no con la tristeza y el ansia que suelen provocar su carencia, sino con la rabia que se enseñorea en las mentes mezquinas de los que creen que el mundo se los debe todo y están dispuestos a cobrar, a como dé lugar. Desde muy joven se hizo famoso por la ferocidad de su cara y sus acciones, hasta los peores malandrines del arrabal rehuían cualquier encontronazo con él, pues sabían que con Melquiades los pleitos se acababan sólo cuando uno de los dos estaba al borde de la muerte, o si acaso tenían la suerte de ser interrumpidos por la policía, que no frecuentaba precisamente el lugar. El delincuente salía de la cárcel y entraba a esta, como si de su hogar se tratara, sin que a nadie le importara, ni siquiera a su madre, una exprostituta, que el único favor que le había prestado - si así podía llamársele- , era haberlo echado al mundo, de cualquier modo, como quien pone un huevo; y mucho menos a su padre,cualquiera sabía quien era el fulano de entre todos los pendencieros que habían compartido el jergón con la fulana. Así había crecido, comiendo cualquier cosa que pudiera robarse, cetrino, de ojos sucios, mirada esquizoide, fuerte, con la fuerza que le habían conferido los múltiples entuertos en que se vio involucrado; pero mezquino, mezquino de alma, mezquino de mente, sin asomo de virtud . Tendría 18 años cuando vio a Gertrudis Cigar-Doquieriz por primera vez, y para él fue como descubrir el paraíso en medio de llamas pavorosas: la belleza sin igual y el refinamiento de la joven lo enloquecieron a tal punto que supo que sería suya así fuera esta su última y más sórdida batalla en este mundo. En un alumbrón de inteligencia inaúdita supo intuir que lo único que provocaría en la joven sería repulsión. Entonces la espió, día y noche, muriendo poquito a poco de pasión, con la mente más retorcida que nunca. Y cuando descubrió que Gertrudis era en realidad un chico que solía ir de mujer por la vida, fue tanta su impresión que sólo atinó a pensar que aquello no era tan importante, que su amor por ella o él estaba más allá de cualquier "inconveniente biológico",En esa su vida sin norte, despreciado y/o temido por todos su amor era lo único importante, mucho más que ese accidente de última hora, una jugarreta, una última conspiración de la naturaleza contra él Por ahí andan todavía, contándose mentiras que les ayudan a entenderse, a quererse y a seguir adelante.
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