La brisa pernocta en las cumbres,
en el pico nevado,
el más alto.
Se mueve, resuelta, y sus miembros
retumban en las espumas plateadas,
aullándole a la Luna,
un cántico desgarrador, doliente.
La brisa se esparce de bruces,
milita, en secreto,
en las filas del alba.
Retoza, al amanecer,
con trozos de nubes y estrellas,
se baña en sus aguas,
permanece expectante,
silente,
el corazón agitado de rugidos sordos,
que consternan a los astros
y silencian los mundos.
La brisa se levanta
cuando los días son cálidos
el cielo parece zafiro
y los valles abren sus costuras
a la furia de los vientos,
arroja peñones
a la oscuridad, a las tinieblas
del olvido,
y se lleva a horcajadas
los llantos necesarios.
en el pico nevado,
el más alto.
Se mueve, resuelta, y sus miembros
retumban en las espumas plateadas,
aullándole a la Luna,
un cántico desgarrador, doliente.
La brisa se esparce de bruces,
milita, en secreto,
en las filas del alba.
Retoza, al amanecer,
con trozos de nubes y estrellas,
se baña en sus aguas,
permanece expectante,
silente,
el corazón agitado de rugidos sordos,
que consternan a los astros
y silencian los mundos.
La brisa se levanta
cuando los días son cálidos
el cielo parece zafiro
y los valles abren sus costuras
a la furia de los vientos,
arroja peñones
a la oscuridad, a las tinieblas
del olvido,
y se lleva a horcajadas
los llantos necesarios.
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