En un viaje que recientemente realizara a la ciudad de Miami tuve oportunidad de meditar acerca de lo absurdas que pueden ser algunas actitudes, posturas, sigilos y/o precauciones que nos improvisamos ante diferentes circunstancias de la vida. Por ejemplo, reconozco que le tengo un miedo visceral a los aviones, es algo que está por encima de cualquier otro temor que haya experimentado, de ahí que cuando la aeromoza se dispone a hacer los visajes, pantomimas, mímica o como quiera que se le llame al simulacro que llevan a cabo, de lo que debiera ser nuestro modo de actuar, en caso de que se presentare cualquier situación de emergencia, yo sólo atino a rezar, ni siquiera me percato del idioma en que están hablando, tanto da que sea inglés, español o mandarín, igual no entiendo un ápice de lo que explican, tal es mi miedo. En este viaje, para colmo de males, iba con mi nietecito de tres años, que lo primero que me espetó, desde su inocencia, y ante las primeras turbulencias que enfrentara la nave, fue: "abuela, este avión se va a caer", provocándome un erizamiento desde la puntita de los pies hasta los tuétanos, ante lo que pensé podría ser unsolemos trazar estrategias, adoptar tácticas, tomar medidas...Pero al final, las cosas son cómo debieron ser, quizás muy por encima, o por debajo de nuestras expectativas, según sean las conclusiones a las que lleguemos. En muchos casos habremos sufrido innecesariamente, o, por el contrario, nos habremos quedado cortos de astucia para enfrentar los altibajos del destino. Tal es el caso de esos momentos en que, de golpe y porrazo te ves catapultado a una situación de traición a premonición. Pero no, gracias a Dios, no se cayó. Ufffff!!!
Y qué tal que hubiera caído? De nada habrían valido cualesquiera de las precauciones que hubiéramos tomado, excepto rezar, por supuesto. Así, ante cualquier circunstancia de la vida, imprevista por parte de alguien, que además de jugar muy sucio, ha sido lo suficientemente astuto para ir siempre un paso delante de ti, y tratar de ponerte la cosa bien difícil. Pero como dije, todo será, según deba ser.
Es que de nada le sirve al hombre ser ladino, astuto, miserable, abyecto, ante Dios. Ni siquiera poniendo en juego toda su falsa inteligencia, válida sólo para los cobardes, conseguirá desviar un ápice el camino que te tenga trazado el Creador. Lo que suceda, en relación con el entuerto, y que parezca que marcha conforme a los deseos del malo de la película, es sólo parte de la estrategia de Dios. El único final válido de la historia será el que el Señor disponga. Así que, la única postura inteligente del ser humano es entregarse a las manos amorosas de su Padre, dejarlo todo ahí, descansar en la seguridad de que El siempre se ocupa de los que ponen su esperanza y su seguridad en El. Nada más necesita el hombre, ninguna otra precaución, sólo un buen rosario, mucha confianza y Fe absoluta en aquel que todo lo puede, inclusive, incluído, incluyendo el mejor de los aterrizajes en medio del hielo de Chicago, y unas turbulencias de armas tomar.
Y qué tal que hubiera caído? De nada habrían valido cualesquiera de las precauciones que hubiéramos tomado, excepto rezar, por supuesto. Así, ante cualquier circunstancia de la vida, imprevista por parte de alguien, que además de jugar muy sucio, ha sido lo suficientemente astuto para ir siempre un paso delante de ti, y tratar de ponerte la cosa bien difícil. Pero como dije, todo será, según deba ser.
Es que de nada le sirve al hombre ser ladino, astuto, miserable, abyecto, ante Dios. Ni siquiera poniendo en juego toda su falsa inteligencia, válida sólo para los cobardes, conseguirá desviar un ápice el camino que te tenga trazado el Creador. Lo que suceda, en relación con el entuerto, y que parezca que marcha conforme a los deseos del malo de la película, es sólo parte de la estrategia de Dios. El único final válido de la historia será el que el Señor disponga. Así que, la única postura inteligente del ser humano es entregarse a las manos amorosas de su Padre, dejarlo todo ahí, descansar en la seguridad de que El siempre se ocupa de los que ponen su esperanza y su seguridad en El. Nada más necesita el hombre, ninguna otra precaución, sólo un buen rosario, mucha confianza y Fe absoluta en aquel que todo lo puede, inclusive, incluído, incluyendo el mejor de los aterrizajes en medio del hielo de Chicago, y unas turbulencias de armas tomar.
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