" Tu derecho termina donde empieza el del otro"
Por Maritza Gómez Cruz.
Cada quien utiliza las redes cibernéticas como mejor le viene en gana. Lo bueno que tienen Facebook, Twitter, etc, es que uno publica sus reflexiones, sube fotos, comparte enlaces y hasta recetas de cocina con sus contactos, de entre los cuales, los ve o lee quien quiere, o, por el contrario, se acogen al derecho de ignorarlos, según sean sus preferencias. Desde que uno abre en la página de inicio ya sabe qué leerá y/o comentará, y a qué le "pasará por arriba". Particularmente, y en uso de las facultades que me confiere la quinta enmienda, he preferido, en los últimos tiempos, pasar por alto todo comentario político porque me reconozco apasionada y poco objetiva cuando de defender mis postulados se trata, y con suma facilidad caigo en la tentación de defenestrar a todo aquel que no coincida conmigo. He tenido la gran suerte de no perder del todo la "chaveta", de saber reconocerme, y en base a esto, he podido controlarme, aunque sigo evitando los temas apasionados, y me disperso por otros temas menos escabrosos, más generales, filosóficamente correctos...
Pero hay un detalle que ha estado presente en mi vida: casi nunca se ha equivocado mi corazón cuando me avisa, con diferentes señales de alarma, que tal o cual no es lo que pinta. Hace apenas días que uno de estos mis augurios se hizo realidad con tan escalofriante precisión, que aún siento el frío recorrer mi espalda: uno, que presumía de ángel y tenía a todos engañados sacó a relucir su gen demoníaco, dejando con un palmo de narices a muchos que le habían dado su voto: "Yo lo dije, pero nadie me creyó", fue lo único que atiné a decir, pues ya de nada vale. Eso es lo que me ha pasado con el más reciente caso de la Yoani Sánchez, todo apunta a que la chica es la nueva Juana de Arco, versión caribeña, no hay algo específico que pueda decir en su contra, la gente esta complacidísima con su "valiente" proceder...pero a mí, las señales de alarma no se me apagan, insisten con luz cada vez más fuerte y un alarido que no me permite acatar, sumar, aceptar, ceder...so pena de parecer intransigente, envidiosa, altanera, de ultraderecha, ponzoñosa, venenosa, epítetos todos con que me zarandean los adeptos al Reich... perdón, a Yoani Sánchez.
Y ese es el meollo de la cuestión. Llevamos toda la vida luchando por la democracia y la libertad de expresión, bellas ellas en tanto coincidan con nuestros propios puntos de vista, pero execrables si van en sentido contrario. De qué nos ha valido luchar contra la dictadura castrista, si el objetivo de esa lucha es imponer nuestro criterio? De qué se trata todo esto? Si odiamos tanto al tiranosaurio, no es precisamente porque nos quitó la libertad? Por qué pretendemos entonces que la razón está de nuestra parte? No sería mejor dejarnos de invectivas y sarcasmos y disentir y que nos disientan sin apelar a las ofensas personales? Admito que también he caído en ese juego, pero me estoy deteniendo justo al borde del despeñadero. No más. Me retiro. El tiempo dirá quién tenía la razón, nada hay oculto entre cielo y tierra. Pero reitero mi derecho a diferir de forma civilizada. Por nada de este mundo deseo dejar de gritar vivas a Fidel-Raúl Castro, para que luego me conduzcan, látigo en mano, a cualquier plaza de este mundo y me obliguen a lanzar consignas, del corte "viva Yoani Sánchez" De eso nada, monada, esa no es libertad, ni democracia, ni cosa que se le parezca, es otra cabeza que la ha salido a la Hidra de Lerna, y conmigo no cuentan para entrar en esa trampa.
Por Maritza Gómez Cruz.
Cada quien utiliza las redes cibernéticas como mejor le viene en gana. Lo bueno que tienen Facebook, Twitter, etc, es que uno publica sus reflexiones, sube fotos, comparte enlaces y hasta recetas de cocina con sus contactos, de entre los cuales, los ve o lee quien quiere, o, por el contrario, se acogen al derecho de ignorarlos, según sean sus preferencias. Desde que uno abre en la página de inicio ya sabe qué leerá y/o comentará, y a qué le "pasará por arriba". Particularmente, y en uso de las facultades que me confiere la quinta enmienda, he preferido, en los últimos tiempos, pasar por alto todo comentario político porque me reconozco apasionada y poco objetiva cuando de defender mis postulados se trata, y con suma facilidad caigo en la tentación de defenestrar a todo aquel que no coincida conmigo. He tenido la gran suerte de no perder del todo la "chaveta", de saber reconocerme, y en base a esto, he podido controlarme, aunque sigo evitando los temas apasionados, y me disperso por otros temas menos escabrosos, más generales, filosóficamente correctos...
Pero hay un detalle que ha estado presente en mi vida: casi nunca se ha equivocado mi corazón cuando me avisa, con diferentes señales de alarma, que tal o cual no es lo que pinta. Hace apenas días que uno de estos mis augurios se hizo realidad con tan escalofriante precisión, que aún siento el frío recorrer mi espalda: uno, que presumía de ángel y tenía a todos engañados sacó a relucir su gen demoníaco, dejando con un palmo de narices a muchos que le habían dado su voto: "Yo lo dije, pero nadie me creyó", fue lo único que atiné a decir, pues ya de nada vale. Eso es lo que me ha pasado con el más reciente caso de la Yoani Sánchez, todo apunta a que la chica es la nueva Juana de Arco, versión caribeña, no hay algo específico que pueda decir en su contra, la gente esta complacidísima con su "valiente" proceder...pero a mí, las señales de alarma no se me apagan, insisten con luz cada vez más fuerte y un alarido que no me permite acatar, sumar, aceptar, ceder...so pena de parecer intransigente, envidiosa, altanera, de ultraderecha, ponzoñosa, venenosa, epítetos todos con que me zarandean los adeptos al Reich... perdón, a Yoani Sánchez.
Y ese es el meollo de la cuestión. Llevamos toda la vida luchando por la democracia y la libertad de expresión, bellas ellas en tanto coincidan con nuestros propios puntos de vista, pero execrables si van en sentido contrario. De qué nos ha valido luchar contra la dictadura castrista, si el objetivo de esa lucha es imponer nuestro criterio? De qué se trata todo esto? Si odiamos tanto al tiranosaurio, no es precisamente porque nos quitó la libertad? Por qué pretendemos entonces que la razón está de nuestra parte? No sería mejor dejarnos de invectivas y sarcasmos y disentir y que nos disientan sin apelar a las ofensas personales? Admito que también he caído en ese juego, pero me estoy deteniendo justo al borde del despeñadero. No más. Me retiro. El tiempo dirá quién tenía la razón, nada hay oculto entre cielo y tierra. Pero reitero mi derecho a diferir de forma civilizada. Por nada de este mundo deseo dejar de gritar vivas a Fidel-Raúl Castro, para que luego me conduzcan, látigo en mano, a cualquier plaza de este mundo y me obliguen a lanzar consignas, del corte "viva Yoani Sánchez" De eso nada, monada, esa no es libertad, ni democracia, ni cosa que se le parezca, es otra cabeza que la ha salido a la Hidra de Lerna, y conmigo no cuentan para entrar en esa trampa.