A propósito de un pequeño artículo que escribiera, acerca del dilema de los cubanos que viven dentro o fuera de la isla, he recibido múltiples comentarios, todos dignos del mayor respeto y consideración, unos a favor de mi postura, otros, abiertamente en contra, como todo tema que genera discusión. A Dios gracias, vivimos en un país donde las personas pueden manifestarse libremente, una ventaja que no teníamos en la Cuba de los castrosaurios, y que nos suponía cárcel , en tanto dichas opiniones no versaran a favor del régimen totalitario que allí impera.Qué gran diferencia, señores!! Qué maravilla poder decir lo que se piensa, lo que se siente, lo que se cree!! Hasta Dios, Nuestro Padre y Señor, que podría habernos impuesto su culto, fue capaz de regalarnos lo más preciado, el libre albedrío, para que fuéramos capaces de decidir lo que queremos para nuestras vidas; entonces, viene un dictadorcillo cualquiera y nos convierte en masa bovina, en esclavos...Y todavía hay personas que no ven claro, que se conforman, que comulgan, que se sienten agradecidas por los "regalos" del régimen. Ver para creer.
Trato de ponerme en los zapatos de mis compatriotas que se sienten más o menos felices en Cuba. Sé que para muchos el amor patrio es tan poderoso, que no ven más allá de éste, y que ese amor tiene que ver mucho con la familia, más que con el suelo. Cuba es Cuba, aunque sea esclava, y en tanto me permitan ingerir algunos alimentos, asistir gratuitamente a hospitales y policlínicos que se caen de pura suciedad, comprar baratos medicamentos inexistentes, obtener títulos cada vez más castrados y de menor rigor científico, y, finalmente, tener una caja de pino y un pedacito de tierra donde ser enterrados, me siento mejor que en esos otros lugares donde la libertad cuesta tan cara, donde no hay gratuidades entre comillas, como las de Cuba, y donde hay que dejarse la piel para vivir honradamente. Siempre poniéndome en los zapatos de esos hermanos, medito acerca de la posibilidad de integrarme al ovejuno concierto, pero entonces, inevitablemente acuden a mi mente ciertas preguntas: ¿Puede vivir dignamente una persona en Cuba, incluso haciendo dejación de su derecho más sagrado, que es el disfrute de la libertad, si no tiene la ayudita, la remesita en dólares o euros? ¿Se puede montar algún negocito allá con el dinero que se gana producto del trabajo? ¿Será posible tener garantía absoluta de que un día, después que hayas montado el negocito de marras y estés empezando a obtener los dividendos por el mismo, no vendrán a quitártelo, alegando enriquecimiento ilícito?
Particularmente, repito, particularmente, en mi opinión (v.r) prefiero vivir como se debe, ante todo, en libertad, con los sacrificios que implica, y luego morir satisfecha, aunque mi familia tenga que elegir cremarme, por ser más barato el servicio, o echarme al vertedero municipal, si fuere el caso que no hubiere el necesario cash, que morir cada día en la ignominia, la esclavitud, la falta de derechos, como clown, que ríe siempre, o robot, manejado a distancia por el castrocomunismo y todo lo que él implica. A la postre, eso no es vida, es cualquier cosa, menos vida, es muerte, oscuridad y agonía eterna.Definitivamente, no, no quiero eso para mí.
Trato de ponerme en los zapatos de mis compatriotas que se sienten más o menos felices en Cuba. Sé que para muchos el amor patrio es tan poderoso, que no ven más allá de éste, y que ese amor tiene que ver mucho con la familia, más que con el suelo. Cuba es Cuba, aunque sea esclava, y en tanto me permitan ingerir algunos alimentos, asistir gratuitamente a hospitales y policlínicos que se caen de pura suciedad, comprar baratos medicamentos inexistentes, obtener títulos cada vez más castrados y de menor rigor científico, y, finalmente, tener una caja de pino y un pedacito de tierra donde ser enterrados, me siento mejor que en esos otros lugares donde la libertad cuesta tan cara, donde no hay gratuidades entre comillas, como las de Cuba, y donde hay que dejarse la piel para vivir honradamente. Siempre poniéndome en los zapatos de esos hermanos, medito acerca de la posibilidad de integrarme al ovejuno concierto, pero entonces, inevitablemente acuden a mi mente ciertas preguntas: ¿Puede vivir dignamente una persona en Cuba, incluso haciendo dejación de su derecho más sagrado, que es el disfrute de la libertad, si no tiene la ayudita, la remesita en dólares o euros? ¿Se puede montar algún negocito allá con el dinero que se gana producto del trabajo? ¿Será posible tener garantía absoluta de que un día, después que hayas montado el negocito de marras y estés empezando a obtener los dividendos por el mismo, no vendrán a quitártelo, alegando enriquecimiento ilícito?
Particularmente, repito, particularmente, en mi opinión (v.r) prefiero vivir como se debe, ante todo, en libertad, con los sacrificios que implica, y luego morir satisfecha, aunque mi familia tenga que elegir cremarme, por ser más barato el servicio, o echarme al vertedero municipal, si fuere el caso que no hubiere el necesario cash, que morir cada día en la ignominia, la esclavitud, la falta de derechos, como clown, que ríe siempre, o robot, manejado a distancia por el castrocomunismo y todo lo que él implica. A la postre, eso no es vida, es cualquier cosa, menos vida, es muerte, oscuridad y agonía eterna.Definitivamente, no, no quiero eso para mí.