No estaba segura, pero le parecía que con el tiempo se hacía más larga esta cinta interminable repleta de gérmenes, de pensamientos húmedos, de palabras, insultos, de peatones vulgares y de autos paranoides, de alto voltaje, reseca, sucia a veces, iluminda y perfumada otras. Sin importar cuántas veces se había posado su mirada en ella, lo cierto es que la impresión de crecimiento era cada vez más aguda: sinuosa aquí: una curva profunda allá; concavidades antes no vistas, tramos erosionados, señales de alarma en cada esquina. Empezó a temer por su vida. Al no tener hacia dónde expandirse comenzó a recorrerle el rostro, acariciando las orejas, lamiendo la frente y tapándole los ojos. Luego penetró en uno de los orificios nasales, cortándole un poco la respiración, para salir por el otro y enredarse de manera atrevida, amenazante en el cuello, presionando, asfixiando, ahogándola en un mar de confusiones disímiles. Fue entonces que tomó la decisión que cambiaría su vida por completo: hizo voto de silencio y de ese modo logró que la lengua, poco a poco retornara a su tamaño normal.
Magistral. No puedo decir más. [Napoleon03@ME.com]
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