Mi intención, al salir de Save a lot, era cortar camino por la 5th street, llegar a la State, doblar a la izquierda y enrumbar, por la 6th Street, hasta la Lafayette, donde está mi casa. Lo primero que me pareció fue que la 5th st. estaba más oscura que de costumbre, pero no sentí ni pizca de temor porque este es un pueblo muy tranquilo, hasta cuando es noche cerrada. Sin embargo me sentía un poco desconcertada porque nada me resultaba familiar, las casas parecían escenarios recreados para alguna película, una tenía hasta puente levadizo, como los castillos feudales, sobre lo que parecía un río, y del cual no tenía noción; otra parecía un coche fúnebre alargado hasta lo inverosímil, y del cual salía un ulular inquietante; una tercera semejaba la cabaña a la que fueron a dar Gretel y Hamsel, con bruja incluída, y así, sucesivamente. Comencé a sentir un sudor corriéndome por cada partícula del cuerpo, y me eché a correr hasta la que parecía ser la State st. Llegué jadeando y me detuve para recobrar el aliento. Una neblina gelatinosa envolvía toda la calle, así que me dirigí a trompicones a la que parecía ser la 6th st, y doblé. No estaba muy segura de que fuera la 6th st, me estaba dejando llevar por mi sexto sentido. A lo lejos divisé la que era, o parecía ser, la cúpula de la iglesia, y ese detalle me tranquilizó un poco, aunque la niebla se había extendido y no me permitía ver con claridad. Pensaba que si lograba mantener el rumbo guiándome por la cúpula, llegaría sin mayores problemas, puesto que vivo justo en la acera que está frente a la iglesia. En el trayecto caí más de una vez al tropezar con las que eran, o parecían ser piedras, y de las cuales no tenía la más mínima idea, de mis frecuentes caminatas por aquellos lares. Así fui avanzando por la que era o parecía ser la 6th st., hasta llegar a la que era o parecía ser Lafayette st, Avancé a gatas por la escalinata exterior de la que era o parecía ser mi casa, para evitar caerme de nuevo. La neblina seguía cubriéndolo todo, así que iba tentando las paredes del portal, hasta que encontré la puerta de entrada, extraje la llave del bolsillo y abrí. Adentro todo era oscuridad y silencio. Giré el interruptor de la luz, pero no se encendió, así que, presa del pánico ya, subí lo más rápido que pude al segundo piso, donde están las habitaciones y abrí la primera puerta que encontré. Ya en el interior, me abalancé hacia la cama en la que alguien dormía, puede que fuera mi esposo, o alguien que parece serlo, no sé, a esta altura de las circunstancias sólo quería dormir para despertar a alguna realidad que me permitiera saber si lo vivido era cierto, o tan sólo parecía serlo, confiando de todo corazón en que todo no fuera más que un mal sueño, en el que las certezas y pareceres se habían fundido para jugarme una mala pasada.
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