jueves, 29 de noviembre de 2012

Así de simple.

Definitivamente, no me gustan los cazueleros. Cazuelero es un término muy usado sobre todo por las féminas cubanas para aludir a aquellos caballeros que gustan de inmiscuirse demasiado  en quehaceres más propios de mujeres que de hombres. No digo que no sea parte del machismo pensar así, de hecho muchos machistas lo son porque sus propias madres tuvieron mucho que ver en una educación que no admitía intromisiones de varones en cocinas, lavaderos, entre escobas o esponjas de fregar, porque esa labor era exclusiva de las hembras de la casa. Pero así es el mundo, así nos criaron, y ya cerca de la sexta década resulta un poquitin cuesta arriba cambiar criterios tan reciamente afianzados en nuestros cacúmenes.Cuántas veces no habré yo criticado casos así, cuántas no habré expresado mi desagrado ante comportamientos de tal índole...He perdido la cuenta.

Pero, de aquí, de esta vida no te vas sin pagar lo que debes, no como castigo, sino como lección de madurez, de tolerancia y de aceptación  del todo y con todos. Y así las cosas, resulta que tengo un nietecillo que es la luz de mis ojos y ya pinta que será el mayor de los cazueleros, siempre pendiente de que se apaguen las luces, de que las cosas vayan al sitio que les corresponde, etc, etc (aunque en su caso particular se trata mas bien de imponer su voluntad, y no de presumir  de organizado, o de femeniles virtudes) porque sus juguetes no están  muy bien ubicados que digamos, sino que andan enredados en nuestros pies la mayoría del tiempo.Pero aún así, no deja de ser una de las variantes de la "cazuelería" en cuestión.

Moraleja: al que no quiere caldo, tres tazas. Dios, en su infinita misericordia ha permitido estas cosas en nuestras vidas para darnos un día a día de humildad. Es una lástima que sólo empecemos a comprender este particular cuando ya es un poquito tarde para autocorregirnos en nuestras posturas. Qué diferente fuera todo si desde muy jóvenes gozáramos de la tolerancia, de la madurez y el discernimiento necesarios para entender que ninguna verdad es absoluta, sólo la que proviene del Supremo Hacedor, para entender que cualquier actitud que criticamos en los demás puede estar presente en nosotros y ni siquiera nos hemos dado cuenta, para entender que la perfección no viene en el ADN, sino en la dejación absoluta de nuestras vidas en las manos del Unico que puede enderezar nuestros entuertos y elevarnos a la categoría de impolutos desde el reconocimiento de nuestros pecados cotidianos, más comunes de lo que imaginamos. No imagino siquiera la maravillosa sensación de paz que esto nos acarrearía, pero deseo con todo mi corazón que muchos seamos capaces de experimentarla.

FANTASIA

Ahí estaba, atisbando por el ventanuco que día tras día le permitía observar aquel dedo, largo, blanquísimo, de uña cuidada y ligeramente flexionado entre la segunda y tercera falange. Ahora venía el mejor momento, cuando el dedo, como quien conoce a la perfección su camino, se introducía en el tarro de la mermelada y salía del mismo manando sensualidad, suavemente, chorreando dulce, para perderse en la que presumía era una boca roja, carnosa, fragante, atrás, adelante, así, una y otra vez, hasta que no quedaba vestigio del crimen, y él estaba al borde de sus posibilidades, reventando de lujuria, de ansia insatisfecha, de más. Su vida se redujo de manera enfermiza al disfrute del instante mañanero, que cual ritual, tenía lugar cada día de los siete de la semana. Poco a poco, se convirtió en un remedo de lo que fuera: adelgazó de manera escandalosa, el pelo y la barba le crecieron en todos los sentidos posibles y los ojos se le desorbitaron. Contaba los minutos que le separaban del placer indescriptible que sólo conseguía a través de la película minúscula, breve, y por los mismo salvaje de ese dedito hacedor de sus más apasionadas fantasías: atrás, adelante, en un sentido, en el contrario, dulce, almibarado, psssssssssss...!!
Cuando se lo llevaron, deliraba. Fue preciso ponerle camisa de fuerza para dominar la tenacidad de sus flaquísimos brazos. Los vecinos salieron a los balcones, le miraban con caras repletas del candor que provoca el sufrimiento ajeno; entre ellos, la septuagenaria abuelita que sólo se contentaba con lamerse el dedo, repleto de mermelada, para olvidar, al menos un poquito, los reveses de su artritis.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Instancia surrealista

No estaba segura, pero le parecía que con el tiempo se hacía más larga esta cinta interminable repleta de gérmenes, de pensamientos húmedos, de palabras, insultos, de peatones vulgares y de autos paranoides, de alto voltaje, reseca, sucia a veces, iluminda y perfumada otras. Sin importar cuántas veces se había posado su mirada en ella, lo cierto es que la impresión de crecimiento era cada vez más aguda: sinuosa aquí: una curva profunda allá; concavidades antes no vistas, tramos erosionados, señales de alarma en cada esquina. Empezó a temer por su vida. Al no tener hacia dónde expandirse comenzó a recorrerle el rostro, acariciando las orejas, lamiendo la frente y tapándole los ojos. Luego penetró en uno de los orificios nasales, cortándole un poco la respiración, para salir por el otro y enredarse de manera atrevida, amenazante en el cuello, presionando, asfixiando, ahogándola en un mar de confusiones disímiles. Fue entonces que tomó la decisión que cambiaría su vida por completo: hizo voto de silencio y de ese modo logró que la lengua, poco a poco retornara a su tamaño normal.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Ae, ae, ae, la chambelona...

A propósito de las recientes elecciones que tuvieron lugar en EUA, hubo una movida fenomenal por todos los medios de comunicación-que son muchos- llena de improperios, de críticas, de denuestos, de saetas, puyas y todos sus otros derivados, a través de la cual cada simpatizante de uno u otro partido pretendió establecer su criterio como concluyente, único verídico, acertado y políticamente correcto. Casi todas las discusiones terminaron en agresiones personales porque, a pesar de que nos cansamos de cacarear que somos amantes de la democracia y la libertad, lo cierto es que preferimos escucharnos a nosotros mismos y a los que opinan igual que nosostros, y al resto de los mortales que se los lleve quién los trajo con sus ideas arcaicas y equivocadas. Tengo una amiga, a la quiero mucho, que llegó a catalogar mis comentarios de "asqueantes", sólo porque no coincido con su opinión, y yo misma me pasé un poco con otro adversario político, hasta que la cordura retornó a su lugar de siempre, recogí mis redes y tomé las de Villadiego.

Cómo saber quién tiene la razón? No creo que  la verdad sea absoluta, hay razones en ambos partidos, y equivocaciones también. Muy personalmente, opino que hay personas más proclives a la "dolcce vitta" que otras; y en la acera contraria, hay personas que entienden que sólo el trabajo y el esfuerzo personal les proporcionarán la verdadera bonanza. Es natural, pues, que ambas formas de ver la vida de ensarcen en disputas sin fin, y que cada uno de ellos, según su forma de pensar, opte por el partido y las promesas que más convienen a sus objetivos personales.Es bien difícil ser objetivo por naturaleza, y si a ello le añadimos el factor "egoísmo", cada vez más marcado y desafiante de la sociedad de consumo, listo está el caldo para el peor arroz con mangos de la historia.

Lo cierto es que la mayoría de las personas no está pensando en el futuro de nadie, sino en su propio presente. Si tengo a mano un presidente que defiende la vida muelle, la inmoralidad, el desenfreno y todo lo que implique comodidad, ese es el que me conviene porque de ese modo viviré a mi aire mi tiempo presente, en tanto el futuro, del que ya no seré parte, se va a la mierda, sin importar que ese futuro sin perspectivas y caótico sea el tiempo de los que digo amar: mis hijos, mi descendencia...Por otra parte, puede haber egoísmo también en los que mucho tienen porque mucho han trabajado, y no quieren que, en modo alguno, su bonanza sea repartida entre los que no se esfuerzan como ellos lo hicieron. De ese modo, nadie afloja en su "tira y jala", y por eso mismo termina implantada en el poder la forma de egoísmo que más simpatizantes tenga, y, lamentablemente, casi siempre es la peor de las opciones, no porque sea contraria a las opiniones de quién esto escribe, sino porque es la que apaga el motor impulsor que hizo grande a la humanidad y especialmente a esta  nación, el de la creatividad, el del esfuerzo, el del trabajo. Finalmente, el gran ganador, ya sea uno u otro partido, es el egoísmo que nos aleja de Dios y de su propuesta de vida. De modo que,  si la humanidad no se plantea con seriedad la forma de vida en su incursionar por este valle de lágrimas, de risas, de esfuerzo y de guateque , será inevitable su fin, cuando hayamos agotado hasta la última partícula de nuestros recursos, sin buscarle solución a los retos de nuestro agobiado planeta, "comiendo helados y viendo telenovelas", según el decir de un hermano, totalmente ajenos al mañana de los otros.