A próposito del programa que llevaría a cabo uno de los candidatos por el Partido Repúblicano, Donald Trump, en caso de que fuera elegido como el próximo inquilino de la Casa Blanca, y que incluiría la expulsión de todos las personas indocumentadas que hoy residen en EUA, se ha vertido ya mucha tinta, se han hecho alianzas y han comenzado los dimes y diretes en las redes cibernéticas. El miedo que ha desatado, sobre todo en los mexican@s que aquí viven y trabajan, pero sin documentos legales que los avalen, ha puesto el tema a todos los niveles, ha desatado, incluso, una guerra verbal entre adeptos y detractores del complicado candidato a la presidencia, que parece no tener fin. El temor nunca será el mejor de los consejeros, nos hace enfocar las cuestiones desde el punto candente de las emociones que provoca,y, de ese tenor, sobrerreaccionamos, como animales en peligro, atacando antes de que nos ataquen, el detonador, a la postre, de muchos errores que conseguirían, no el final que deseamos, sino todo lo contrario.
Imagine que usted va por la calle, descalzo, hambriento, en harapos, y, de pronto comienza a llover. Es una lluvia helada que atormenta sus miembros desnudos; desesperado, mira en derredor, ve una hermosa casa, y advierte que podría entrar a ella por alguna de sus ventanas mal cerradas. No lo piensa mucho, se introduce a la casa que está calentita y se siente reconfortado, no quiere más. Sin embargo, de la cocina le llega un exquisito olor, su hambre es acuciante, no lo piensa dos veces, va, come hasta saciarse y se echa en un rinconcito a dormir. Más adelante piensa en tomar un baño y buscar algunas ropas y zapatos, y así lo hace. Cuando está a punto de concluir llegan los dueños de la misma. Algunos de ellos están molestos por su intromisión; otros se muestran amistosos, dispuestos a entender sus razones y a ayudar. Qué hace usted? Los recrimina por considerar que no tienen el derecho a quejarse de la violación que usted hizo de su casa? O, por el contrario, se dirige a ellos con humildad y respeto, tratando de que entiendan sus razones y le permitan seguir allí, ya que a ellos les sobra lo que a usted le falta? De seguro conseguirá más pidiendo con humildad, que exigiendo lo que, en buena ley, no le pertenece.
No por gusto el evangelio nos insta a ser"mansos y humildes de corazón". Las vías pacíficas, la palabra persuasiva, el ruego digno y las buenas maneras, abren los corazones más cerrados. Si usted desea obtener beneficios en el país al que no fue invitado, pero en el que igual podría ser aceptado a través de nuevas leyes, recuerde que el excesivo nacionalismo, el orgullo desmedido no son más que formas encubiertas de soberbia, trabas, escollos que a nada bueno conducen. Claro, usted podrá ignorar, criticar y/o hacer caso omiso de esto, es su derecho; pero también será derecho de los otros responder con violencia, a la violencia que implican sus exigencias. No debemos pedir limosna con escopeta, mas si lo hacemos, nuestra historia podría tener un final no esperado, no deseado, sin vuelta atrás. Reconocer, es de sabios, entienda que el único camino que lo conducirá a la meta soñada no es el de el orgullo, sino el de la humildad, el de la gratitud y las buenas formas.
Imagine que usted va por la calle, descalzo, hambriento, en harapos, y, de pronto comienza a llover. Es una lluvia helada que atormenta sus miembros desnudos; desesperado, mira en derredor, ve una hermosa casa, y advierte que podría entrar a ella por alguna de sus ventanas mal cerradas. No lo piensa mucho, se introduce a la casa que está calentita y se siente reconfortado, no quiere más. Sin embargo, de la cocina le llega un exquisito olor, su hambre es acuciante, no lo piensa dos veces, va, come hasta saciarse y se echa en un rinconcito a dormir. Más adelante piensa en tomar un baño y buscar algunas ropas y zapatos, y así lo hace. Cuando está a punto de concluir llegan los dueños de la misma. Algunos de ellos están molestos por su intromisión; otros se muestran amistosos, dispuestos a entender sus razones y a ayudar. Qué hace usted? Los recrimina por considerar que no tienen el derecho a quejarse de la violación que usted hizo de su casa? O, por el contrario, se dirige a ellos con humildad y respeto, tratando de que entiendan sus razones y le permitan seguir allí, ya que a ellos les sobra lo que a usted le falta? De seguro conseguirá más pidiendo con humildad, que exigiendo lo que, en buena ley, no le pertenece.
No por gusto el evangelio nos insta a ser"mansos y humildes de corazón". Las vías pacíficas, la palabra persuasiva, el ruego digno y las buenas maneras, abren los corazones más cerrados. Si usted desea obtener beneficios en el país al que no fue invitado, pero en el que igual podría ser aceptado a través de nuevas leyes, recuerde que el excesivo nacionalismo, el orgullo desmedido no son más que formas encubiertas de soberbia, trabas, escollos que a nada bueno conducen. Claro, usted podrá ignorar, criticar y/o hacer caso omiso de esto, es su derecho; pero también será derecho de los otros responder con violencia, a la violencia que implican sus exigencias. No debemos pedir limosna con escopeta, mas si lo hacemos, nuestra historia podría tener un final no esperado, no deseado, sin vuelta atrás. Reconocer, es de sabios, entienda que el único camino que lo conducirá a la meta soñada no es el de el orgullo, sino el de la humildad, el de la gratitud y las buenas formas.