Por Maritza Gómez Cruz.
Soy una enamorada eterna de la lengua de Cervantes, me siento privilegiada por dominar un idioma tan rico en matices desde siempre, y que, por si fuera poco, se ha visto muy enriquecido en los últimos cinco siglos, luego de la conquista y colonización de América, en la gran mayoría de países de América del Sur y Central, así como muchos de los pueblos del Caribe. Durante el tiempo que viví en República Dominicana tuve la oportunidad de impartir clases a estudiantes, (y de trabar conocimiento con otros profesores) de diversas nacionalidades: dominicanos, puertorriqueños, colombianos, argentinos, chilenos, uruguayos, venezolanos, peruanos; experiencia que disfruté mucho y que enriqueció mi léxico. No por gusto se dice que, gracias a Hispanoamérica, la literatura latinoamericana ha experimentado un boom desde la segunda mitad del siglo XX, lo cual no ha sucedido con la literatura de otras lenguas, que se han visto, de cierta manera, limitadas, estancadas.
Una de esas frases hechas de los colombianos que me encanta usar es "pilas, pues, yo veré", y que viene siendo algo así como que uno debe estar atento, y actuar en consecuencia, ante determinados acontecimientos, "no te duermas en los laureles" "ponte pa' la cosa" "échele ganas" y un rosario de etcéteras ( tal es la riqueza de nuestra lengua).Y, leyendo un artículo hoy en la mañana, de esos que te quitan la alegría y te sumergen en un valle tenebroso del cual no sabes cómo salir, me vino a la mente la frase en cuestión, porque muchas de las cosas terribles que suceden en este mundo tienen lugar porque no nos ponemos las pilas, porque vamos de ingenuos, porque preferimos no pensar mucho en los pros y contras de cada situación; es más fácil no ver, creer o pensar mucho.. El artículo en cuestión describía, con pelos y señales, el caso de una criaturita de cuatro años, a la cual encontraron muerta, torturada, violada...Según el dictamen de los médicos, en las últimas 72 horas de vida de la inocente, habría recibido un total de 32 agresiones de diferente índole por parte del novio de su mamá, al cual estaba encomendada, pero dichas violaciones y torturas habían empezado mucho antes, hablamos de meses, años quizás. Y uno se pregunta: dónde estaba esa madre que no vio tal suplicio? Al parecer, esta y el novio se drogaban todo el tiempo libre de que disponían, luego ella partía al trabajo, y el sujeto se encargaba de lo que no repetiré...
Si usted ama a su hij@, señor, señora, tiene que saber que estas cosas pueden ocurrir, si se lo entrega a cualquiera para que lo cuide, si no vigila, si no está atent@, si no cuestiona, si no revisa , si no hurga. Así que "pilas pues, papá". No abundaré en más detalles, por hoy ya mi corazón lloró suficientes lágrimas de sangre, y lo más terrible de todo es que, ni todas ellas juntas se pueden comparar a uno solo de los suplicios de los inocentes dejados de las manos por aquellos para quienes deberían estar ante todo,