miércoles, 26 de septiembre de 2012

Coincidencia

No merecían entonces los celajes,
llenos de sombras,
la pátina roñosa, el odio
sin mesura, las babas de la furia,
el destello de las precariedades,
 ni la llama de la ira, carbunclos
 de sus ojos  sin cordura.

Por pura coincidencia
sus propósitos nacieron
el mismo aciago día
que dieron a luz las esperanzas;
se dieron cita al poniente,
se escrutaron, se acariciaron,
y separaron, saltando  chispas

Entonces se cruzaron, cuando
nacía la estrella que iluminaría
sus despropósitos...
se enfrentaron, en duelo desafiante,
y no fue suficiente el rocío de sal
de las lamentaciones, ni la chispa
de fuego de sus miradas malditas

ambos perpetúan desde entonces
 legitimos  derechos, enconos y osadías
fraguan y desmenuzan todos los pareceres,
 pugilatos de hombres con conciencia de niños,
en un entorno sin pizca de parcialidades,
sosteniendo en la punta de sus lanzas de adobe,
todas las conveniencias del beneficio propio.

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