sábado, 29 de septiembre de 2012

Espejismo

En las figuraciones
de tus manías
se pierden mis argumentos
día tras día,
conflagraciones previas
melancolías
y ese vestigio tenue
de hipocondría
con que resisto el tedio
de tus porfías,
toda la magia vaga
del que imagina
que tiene el cielo en sus manos
cuando sabía
que sólo le pertenece
la parca fría,
no porque así lo quiera,
con osadía,
sino porque lo ha dispuesto
quien sí podía

miércoles, 26 de septiembre de 2012

REENCUENTRO

REENCUENTRO

Autor: Maritza Gómez Cruz.

Los minutos escurridos
a solas
entre diademas de lágrimas,
las miradas cuesta abajo,
la súplica de los labios y
de cada pensamiento;

y esa sensación constante
de poca valía...
desconsuelo y silencio
del hombre desdichado.

Y cuando llega ella,
la alegría,
un calor ardiente
nos recorre el vientre,

los ojos, las manos,
y  la esencia misma,
todo cobra vida,
renace el sentido
de cada vivencia,

la mañana canta,
el cielo ilumina,
y la vida toda
se vuelve una danza.

Bendito reencuentro
que trae alegría
Bendita bonanza!!

Coincidencia

No merecían entonces los celajes,
llenos de sombras,
la pátina roñosa, el odio
sin mesura, las babas de la furia,
el destello de las precariedades,
 ni la llama de la ira, carbunclos
 de sus ojos  sin cordura.

Por pura coincidencia
sus propósitos nacieron
el mismo aciago día
que dieron a luz las esperanzas;
se dieron cita al poniente,
se escrutaron, se acariciaron,
y separaron, saltando  chispas

Entonces se cruzaron, cuando
nacía la estrella que iluminaría
sus despropósitos...
se enfrentaron, en duelo desafiante,
y no fue suficiente el rocío de sal
de las lamentaciones, ni la chispa
de fuego de sus miradas malditas

ambos perpetúan desde entonces
 legitimos  derechos, enconos y osadías
fraguan y desmenuzan todos los pareceres,
 pugilatos de hombres con conciencia de niños,
en un entorno sin pizca de parcialidades,
sosteniendo en la punta de sus lanzas de adobe,
todas las conveniencias del beneficio propio.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Sin límites

 Autor: Maritza Gómez

Te amo...
desde que avanzaste
hacia mí, inesperadamente,
 cuando tocaste mi mejilla,
la derecha,
con tu carita húmeda,
y tu dedito de rosas
me cogió de la mano.
Te amaba...
desde la noticia,
que golpeteó en
mis sienes, cual
caballo desbocado,
desde que en tu lecho
de adobes y almendras,
escuchaba el redoble
de tu corazón de azúcar.
Y te amaré...
por siempre...
más allá de las dudas,
con el dolor a cuestas,

mi amor sin fin
te perseguirá
en la sombras, en la luz,
en las tristezas y las alegrías,
en el bochorno, en la nieve,
en el último momento,
cuando cierre los ojos
definitivamente,
cuando mis huesos brillen
tostados por la escarcha,
 y todo esté en fuga,
menos mi amor por ti.
 .